Conga: Después del mensaje Presidencial / Angel Heredia

No soy un antiminero, ni un prominero. Si por mí fuera que se vaya la minería de una vez. Pero eso es andar en la nebulosa. 

Es un deseo puro y románticamente ambientalista que está lejos de otras necesidades reales como la salud, la infraestructura, la electrificación, la nutrición, la educación, la investigación, que muchos de nosotros (básicamente limeños de sectores medios) tenemos cubiertas, y podemos darnos el lujo de no recordar. (Lo que Nancy Fraser critica de las actitudes culturalistas que desplazan los aspectos materialistas de la vida social).

El informe de los peritos ha salido y ha planteado que el agua de las lagunas no es consumible, que las filtraciones son ínfimas, que las cabecera de cuencas son el origen geográfico de ríos, pero no tienen gran caudal, que los reservorios con una gestión participativa puede dotar de agua a Cajamarca mucho más de lo que hay (ya sabemos por el ANA que Cajamarca sí tiene mucha agua, y que la minería no ocupa más del 2% del agua de Cajamarca, y que es necesario represar el agua que va hacia los océanos.

Y que Cajamarca solo usa el 20% del agua que tiene. Esto sin incluir los 11 proyectos paralizados, entre ellos varios sobre agua potable y alcantarillado, que Santos no ha ejecutado). El problema, en verdad, no es el agua.

Frente a este panorama, no solo habrá más agua, sino más trabajado, más tributación, fondos mayores para Cajamarca, y fondos de garantías ambientales, además del “seguimiento” respectivo y más presupuesto para programas productivos que terminan a la gente ser menos dependiente del Estado.

Todo esto no se ha visto en los últimos 20 años en ningún gobierno. Menos el someter un EIA a un peritaje internacional. Todo esto habla de una buena voluntad del gobierno, que aun hoy sigue convocando al diálogo a Santos.

El anuncio presidencial es el comienzo de una nueva etapa que se consolidará no sin dificultades. Parte de las dificultades tienen que ver con la política como es obvio y con las fantasías sociales que muchos sectores alimentan.

Si Yanacocha acepta las condiciones, es necesaria una labor de información a la población – no solo a las “pantallas” que son Savedra, y compañía. Interesa el pueblo, su bienestar, y sobre todo sus prioridades; no las causas librescas de los sectores políticos de izquierda.

Interesa preguntarse también por las supuestas premisas culturalistas que se le atribuyen al “pueblo” cajamarquino, cuando se hablan de las lagunas y del “buen vivir”.

Angel Heredia Alarcón